Colaboración. Caso Hans

Colaboración: Fanny Corina Atilano Serna

Nombre: Hans
Edad: 3 años
Religión: judío


Motivo de consulta:
Hans llega a consulta a la edad de tres años, pero lo que hace posible que se lleve a cabo el análisis es el padre, pues es quien brinda la problemática por medio de cartas que tiene Hans a Freud, menciona que el niño antes de los 3 años muestra gran interés y hace preguntas sobre la parte de su cuerpo la cual llama “hace-pipi” (el pene). El niño pregunta a su madre si ella también tiene un hace-pipi como él, a lo cual la madre responde que sí, pero poco después lo llevan a un establo y ve a una vaca que está siendo ordeñada entonces ve las ubres y piensa que es el hace-pipi de la vaca, entonces el niño tiene la idea de que mamá si tiene un “hace-pipi” como él.

Hans a cada lugar que va y cada cosa que ve, busca el “hace-pipi” de lo que observa y así se da cuenta que algo está vivo y que es algo inanimado y sin vida.

A los 3 años y medio nace Hanna su hermana, él cree que la cigüeña trae a los niños, cuando ve a su mamá tosiendo, se pregunta por qué y el después de un momento se contesta (estoy seguro que hoy llega la cigüeña es por eso que mamá tose). Cuando nace la niña después de un rato el entra al cuarto donde está su mamá, ve recipientes con sangre y se cuestiona (pero.... de mi “hace-pipi” no sale nada de sangre), para él todo esto pasa por la llegada de la cigüeña.

Hans se muestra celoso con la llegada de Hanna, cuando alguien le hace cumplidos o mencionan lo bonita que es, él dice, pero si todavía no tiene dientes como diciendo porque es bonita si ni dientes tiene. Pasado medio año quedaron atrás los celos y él se vuelve un hermano tierno y consiente de sus superioridades. Un poco después Hans presencia el baño de su hermana de una semana de edad, al observar dice: pero... su “hace-pipi” es todavía chico a lo cual agrega como a modo de consuelo ya cuando crezca se le hará más grande.

A los 3 años y nueve meses Hans brinda el primer relato de un sueño. Hoy cuando estaba dormido, he creído yo estoy en Gmunden con Mariel (es la hija del propietario de la casa, tiene 13 años quien es su compañera de juego recurrente).

En el invierno llevó a Hans. a la pista de patinaje y le presento a dos niñitas que tienen cerca de 10 años. Hans se le sienta al lado y ellas, sintiéndose personas de más madura edad, miran a Hans despreciativamente, mientras él las contempla lleno de veneración, eso a ellas no les causa impresión alguna. No obstante Hans al referirse a ella las nombra como sus “niñitas”.

A la edad de 4 años Hans ha descubierto a una niñita de 7 u 8 años. Para mirarla se sienta sobre el escalón que lleva al balcón, y así permanece horas. Sobre todo, hacia eso de las cuatro de la tarde que es cuando la niña regresa de la escuela, no se le puede persuadir con otra cosa, y cuando la niña no pasa Hans se inquieta y empieza a hacer muchas preguntas. La vehemencia que surge de ese amor a distancia halla su explicación de que Hans no tiene amiguitas de juego y un niño para su desarrollo normal requiere también de tener trato con las niñas de su edad.





A la edad de 4 años y medio los padres de Hans se trasladan a Gmunden donde comienza a tener compañeros de juego, los hijos del propietario, hay de varias edades entre niñas y niños, pero el preferido de Hans es Fritz quien a menudo abraza y le asegura su amor.

Una vez le preguntan a Hans que cual de las niñitas le gusta y el responde que Fritz, pero al mismo tiempo Hans es conquistador con las niñas, las abraza y besuquea.

Hans (4 años y medio) mira de nuevo cómo bañan a su hermanita y comienza a reír, la mamá le pregunta por qué se ríe y él contesta que se ríe por él “hace-pipi” de Hanna, la mamá le pregunta por qué y el responde que porque es muy bonito. Esto nos lleva a la primera vez que Hans sabe diferenciar el genital masculino del femenino.

Tiempo después Hans empieza a tener una fobia a los caballos a lo cual él la llama la tontería, pero al principio es al caballo que muerde, esto se puede decir que es el miedo al “hace-pipi” que tienen los caballos ya que para él es grande.

Hans a la edad de 4 años y nueve meses una mañana aparece llorando y dice =cuando dormía he pensado que tú estabas lejos y yo no tengo ninguna mami para hacer cumplidos= es un sueño de angustia, es muy extraño que un niño diga que no tiene mami para hacer cumplidos, para él el hacer cumplidos significa hacer cariñitos o demostrar el amor que siente por ella, ya que siempre cuando el menciona en varias ocasiones que sueña que ella no está, que se va y cada vez que aparece esto o dice esto la mamá lo apapacha y lo consuela acogiéndolo en su lecho.

El 7 de enero va, como de costumbre al paseo que suelen hacer todos los días, pero por la calle empieza a llorar y quiere que lo lleven a casa, “quiere hacer cumplidos con la mami” y cuando le preguntan qué porqué se pone a llorar, él no quiere decir nada. Al día siguiente la mamá lo lleva y de nuevo siente angustia y le dice que tiene miedo de que un caballo lo muerda. La mamá le cuestiona si se pasa la mano por su “hace-pipi” y dice que si todas las noches entonces la mamá antes de que se vaya a acostar le dice que no se toque, pero a la mañana siguiente cuando le preguntan dice que si pero que solo poquito, toda está angustia que el siente cuando sueña que ya no tiene a la mami para hacer cumplidos, es la angustia a ser separado de la mamá, él menciona en una ocasión que todo el miedo que siente es porque en la noche le da por tocar su hace-pipi pero que no puede dejar de hacerlo, todo este miedo y fobia que siente es por saber que él no es el objeto de deseo de la madre, que lo es el padre, varias noches seguidas se va a dormir con ellos diciendo que pensaba que ya no estaban, pero esto es de una manera muy hostil hacia el padre, puede que el desee tanto que el padre no esté que él va a verificar si ahí sigue todavía, ya que cuando el padre le pregunta dice que su mamá le dijo que se iba a ir si él se seguía portando mal entonces menciona que piensa que el padre también se puede ir como la mamá y que es por eso que va a corroborar que el padre siga ahí.











Apéndice al análisis del pequeño Hans (1922)

Hace unos pocos meses —en la primavera de 1922— se
me presentó un joven declarando ser el «pequeño Hans»,
acerca de cuya neurosis do infancia yo había informado en
1909. Me alegró mucho volverlo a ver, pues lo había perdido
de vista apenas dos años después de concluido su análisis,
y llevaba más de diez años sin tener noticias sobre su
destino. La publicación de este primer análisis realizado en
un niño había provocado un escándalo grande, y una indignación
mayor; le profetizaron al pobre joven una gran desgracia
por haberlo «despojado de su inocencia» a edad tan
tierna y convertido en víctima de un psicoanálisis.
Ninguno de esos temores se cumplió. El pequeño Hans
lucía su brillante juventud de 19 años. Aseveró hallarse totalmente
bien y no padecer de males ni inhibiciones. No
sólo había pasado sin daño la pubertad, sino que había superado
una de las más difíciles pruebas para su vida afectiva.
Sus padres se habían divorciado, y cada uno de ellos
concertó un nuevo matrimonio. En consecuencia, él vivía
solo, pero se mantenía en buenos términos con ambos progenitores,
lamentando únicamente que la disolución de la
familia lo hubiera separado de su querida hermanita.
Una comunicación del pequeño Hans me resultó particularmente
curiosa. Por lo demás, no me atrevo a darle una
explicación. Cuando leyó su historial clínico —refirió él—,
todo se le antojó ajeno, no se reconoció, no pudo acordarse
de nada, y sólo cuando se topó con el viaje a Gmunden
vislumbró algo así como una chispa de recuerdo de que podría
haberse tratado de él mismo. Así, el análisis no había
preservado de la amnesia el episodio, sino que él mismo
había caído bajo ella. Algo parecido le pasa muchas veces
en el dormir al familiarizado con el psicoanálisis. Despierta
de un sueño, se resuelve a analizarlo sin dilación, torna a
dormirse, satisfecho con el resultado de su empeño, y a la
mañana siguiente ha olvidado sueño y análisis.^