viernes, 15 de abril de 2016

La profecía de todos los días

¿Quién diría que las “profecías” del periodista Javier Sicilia, ahora serían el pan con el que el país vive día a día?.
Llegó el quiebre, el punto mediático que pone a México con un pie entre la anarquía y la solidaridad. Ya no existen los matices grises, no, ahora todo tiene un extremo.
Los movimientos de la Paz que Javier Sicilia ha encabezado desde el asesinato de su hijo a manos del crimen organizado en 2011, son muestras desesperadas de los últimos respiros que tenemos, pero, ¿para qué? Quizás más de un compatriota crea que es mejor dejarse llevar por la marea, antes que esforzarse por respirar.
Para Javier Sicilia, era urgente recuperar las bases del país, era necesario volver a consolidar un gobierno que fuera congruente y leal para con el pueblo; pero, ahora, a estas alturas en las que ya se ha perdido la fe, no tienen más remedio las altas alcurnias que se sienten dueñas de México, que hipnotizar a la sociedad con telenovelas que reflejan los vacíos de las personas, y dejar de lado a ciudadanos como Javier Sicilia, que pese a su intachable trabajo tanto Proceso como en La Jornada, está por debajo del galán de la novela de las ocho de la noche.
Tantos libros y poemas sin tapujos, que expresan el hartazgo, que dicen sin miedo: ¡Estamos hasta la madre!, pero que parecen no ser lo suficientemente fuertes como para romper la barrera absurda de un monopolio.
¿Dónde se va a refugiar el alma del mexicano, que yace sonámbula? En los escombros del catolicismo, en las falsas promesas de los políticos,  en el cáncer de la economía.

Javier Sicilia tenía razón, ¿Qué hubiera sido de nosotros si su voz hubiera sido más fuerte? Quizás nos hubiera reventado los tímpanos y pese a todo, terminaríamos sordos y el resultado sería el desastre en el que vivimos ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario